Tengo 40 años y me he dado cuenta, que no soy un millennial, no pertenezco a la llamada “Generación Y”.
La verdad es que tecnológicamente hablando nunca he sido un hacha. Uso un PC para trabajar, como tantos y tantos otros hacéis. Un poquito de office, el Outlook, algo de AutoCAD y hasta aquí puedo leer. Eso sí, dentro de lo poco que sé, me defiendo con el Excel, el Word, las presentaciones, …, lo suficiente para no desentonar y que me pague todos los meses.
Pero la tecnología es cada vez más y más amplia, corre muy rápido, incluso más que el retirado Bolt. Empezando por los smartphones. ¿Dónde quedará mi Alcatel Duo que tanta ilusión me hacía? Gracias a aquel “ladrillo” podía hablar con mi novia de entonces sin problemas de costes excesivos. Hablar…, si lo vuelvo a decir: hablar.
Y es que ahora, según me voy dando cuenta, lo de hablar es lo menos importante. La evolución que estamos viviendo, bueno unos más que otros, nos lleva a estar conectados en tiempo real con nuestro smartphone, y lo de hablar es lo menos importante.
Si vierais mi teléfono, un IPhone 5, eso si plus, seguro que entenderíais lo que os comento. Por un lado, no es el más avanzado de su familia, y si os dijera las APPs que tengo, es cuando se podría comprender lo lejos que puedo estar de un millennial.
¡Hablando precisamente con uno el otro día, un primo más pequeño que tengo, de 28 años (recordemos que los millennial se definen entre 18 y 34 años), me empezó a hablar de Tinder, Snapchat y Hot5! ¿Pensabais que os iba a decir WhatsApp, Facebook o Twitter? No amigos, hasta ahí llego, otra cosa es que las utilice. Bueno, el WhatsApp si …